domingo, 30 de noviembre de 2008

"¡Dios tiene tiempo para nosotros!", asegura Benedicto XVI


CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 30 noviembre 2008 (ZENIT.org).- "¡Dios tiene tiempo para nosotros!", aseguró Benedicto XVI este domingo al explicar el sentido del período litúrgico de preparación a la Navidad, el Adviento, que comenzaba en ese día.
Es la "buena noticia" que ofrece la Iglesia, dijo al rezar la oración mariana del Ángelus junto a miles de peregrinos congregados en la plaza de san Pedro del Vaticano, en un mundo caracterizado por el estrés.
Comentando el Evangelio de la liturgia dominical que invita a velar en espera del Señor que viene, el Santo Padre propuso una original reflexión "sobre la dimensión del tiempo, que siempre ejerce sobre nosotros una gran fascinación".
Comenzó "con una constatación muy concreta: todos decimos 'nos falta tiempo', pues el ritmo de la vida cotidiana se ha hecho para todos frenético".
"También en este sentido la Iglesia tiene una 'buena noticia' que ofrecer --aclaró--: Dios nos da su tiempo. Nosotros tenemos siempre poco tiempo, especialmente para el Señor, no sabemos o, a veces, no queremos encontrar ese tiempo. Pues bien, ¡Dios tiene tiempo para nosotros!".
"Ésta es la primera cosa que el inicio de un año litúrgico nos hace redescubrir con una emoción siempre nueva", confesó el pontífice, hablando desde la ventana de su estudio.
"Sí --subrayó--, Dios nos da su tiempo, pues ha entrado en la historia con su palabra y sus obras de salvación para abrirla a la eternidad, para convertirla en historia de alianza".
Desde esta perspectiva, indicó, "el tiempo es ya en sí mismo un signo fundamental del amor de Dios: un don que el hombre, que como sucede con lo demás, es capaz de valorar o por el contrario de estropear; de acoger su significado, o de descuidar con superficialidad obtusa".
El obispo de Roma explicó que para los ojos de Dios el tiempo tiene tres puntos cardinales que marcan el ritmo de la historia de la salvación: "al inicio está la creación, en el centro la encarnación-redención, y al final la "parusía", la venida final, que comprende también el juicio universal".
Ahora bien, alertó, "estos tres momentos no deben ser comprendidos simplemente como una sucesión cronológica".
"De hecho, la creación se encuentra ciertamente en el origen de todo, pero es también continua y tiene lugar durante todo el desarrollo del devenir cósmico hasta el final de los tiempos".
Del mismo modo, continuó aclarando, "si bien la encarnación-redención acaeció en un determinado momento histórico, el período del paso de Jesús sobre la tierra, sigue extendiendo su radio de acción a todo el tiempo precedente y al posterior".
A su vez, "la última venida y el juicio final, que precisamente tuvieron en la cruz de Cristo una decisiva anticipación, ejercen su influjo sobre la conducta de los hombres de todas las épocas", recalcó.
De hecho, como él mismo constató, "cada quien, en la hora que sólo Dios sabe, será llamado a rendir cuentas de su propia existencia".
"Esto implica un justo desapego de los bienes terrenos, un sincero arrepentimiento de los propios errores, una caridad efectiva con el prójimo y, sobre todo, una humilde confianza en las manos de Dios, nuestro Padre, tierno y misericordioso", aseguró.
Benedicto XVI había dado inicio al Adviento, que presentó como momento privilegiado de esperanza, al presidir las vísperas en la tarde del sábado, en la Basílica Vaticana.

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